A solo pasos del puente sobre el río Mapocho, en la vereda oriente de Independencia, situada exactamente en calle Santa María 983, se encuentra la Piscina Escolar, primer edificio comunal que da bienvenida al transeúnte. Esta hermosa estructura, inspirada en el Art Deco y obra del afamado arquitecto Luciano Kulcewsky e inaugurada bajo el mandato de Carlos Ibáñez Del Campo, lamentablemente, hoy no muestra su mejor cara; rayada con grafitis, descuidada y con muy poco estado de conservación externa, es una muestra más del abandono que muchos edificios de características similares tienen que soportar en la comuna y en Santiago.
Piscina Escolar, vista lateral. Archivo Magdalena Barros
Sin embargo, lo que hoy parece una muestra inequívoca del olvido, ayer tuvo una significancia muy distinta. En rigor, un 14 de diciembre de 1929, luego de un par semanas de retardo, la Piscina Escolar hacia su estreno en sociedad. La prensa de la época, liderada por El Mercurio y la Revista Los Sports, publicitaba profusamente el acontecimiento, caracterizándola como: “gran piscina escolar” y “mejor piscina de Chile” y hasta de Sudamérica.
Ese sábado, a las 19.00 horas estaba fijada su inauguración a la cual asisten las mas importantes autoridades de la Federación de Natación y Waterpolo junto a lo mas representativo del deporte acuático, a las que se sumaban las autoridades gubernamentales, como fueron el Ministro de Educación Publica, el Director de Educación Física y Director de de Sanidad. Así, en la ceremonia hace uso de la palabra el señor Kolbach, Director de Educación Física quien menciona la importancia del recinto y que este llenara un vacío importante que tenia el deporte escolar hasta ese momento.
Inauguración en prensa, El Mercurio.
El programa del día constaba de diversas pruebas, entre las que destacaban los 100 metros estilo libre, el lanzamiento a pie firme y la posición ángel en prueba de clavados, concluyendo con un partido de water polo entre los equipos de Valparaíso y Santiago. En la prueba de nado libre el vencedor fue Heitman, del equipo de los alemanes, quien con 1.04 batía el récord nacional vigente. Dichos eventos daban cuenta de de una incipiente actividad que empezaba a crecer paulatinamente, cobrando cada vez más fuerza.
Asistentes a la inauguración. Revista Los Sports
Durante la década de los veinte, el deporte en general y la disciplina acuática en particular eran muy bien visto tanto por los aficionados como por las autoridades públicas e instituciones privadas, que invertían en deporte. De hecho en 1928, se habían inaugurado sendas piscinas en La Escuela Militar y Viña del Mar, las que a pesar de no contar con agua temperada como la Escolar, daban cuenta del desarrollo e interés que generaba esta disciplina. Por ello, el hecho de que la naciente Piscina Escolar fuese de agua tibia, la primera en el país, cobraba tanta significancia. En ella, se habían tomados los recaudos para que fuese una moderna institución, muestra de ello era que contara de modernas calderas y con la mejor tecnología del momento, lo que se sumaba a sus excelentes condiciones sanitarias y de limpieza, pues poseía enormes y costosos filtros que permitían clorificar el caudal que contenía. Todo ello, permitía al usuario estar confiado en no contraer ninguna enfermedad infecto contagiosa.
Caldera de la piscina, Revista Los Sports.
De igual manera, la visión que del deporte se tenía entonces era un vehículo de cambio, la gimnasia solía relacionarse con la higiene y el desarrollo moral de los ciudadanos. Por tanto, no es extraño que meses antes de la inauguración de la piscina y en pleno periodo de construcción de ella, el gobierno enviase un proyecto al senado que financiase la actividad deportiva a través del gravamen de asistencia a espectáculos deportivos, así como a juegos de azar o a la misma actividad hípica, todo con el propósito de obtener recursos frescos para potenciar la actividad deportiva en el país.
Nadadores esperando en trampolín, Revista Los Sports
Por ello, en tal entorno surge la Piscina Escolar, un gran recinto para la época, con dimensiones de 25 por 16 metros el cual permitía contener a casi 500 bañistas de manera conjunta, con un trampolín de 5 metros de altura en una piscina que podía atender, además, en sus camarines a cerca de 200 bañistas y que contaba con amplias salas que pueden ser habilitadas, también, como vestidores en caso que la ocasión lo requiera. Así, la nueva alberca techada, gestionada por el gobierno y el Ministerio de Hacienda estaba hecha en base a fierro y el armado de concreto contaba con amplias graderías que podían albergar conjuntamente a cerca de 2 mil personas. El costoso edificio poseía un hall, secretaria, casino y solarium, todo bellamente decorado. Cualidades que sin duda, la posicionaban, a la época, en la piscina con mayor tecnología del país y como una de las mejores de América Latina.
Placa inauguración, fuente Urbatorium.
La piscina seria según los entendidos la más completa y moderna construida en el país, techada y con agua temperada, con el correr de las décadas va a caer en una mala y deficiente administración. Concebida para la práctica, fundamentalmente, del deporte escolar, pasa a depender en 1931 del Ministerio de Educación, en lugar de la Dirección de Educación Física, pasando en julio del mismo año a depender de la Universidad de Chile, Institución que ha detentado su administración desde entonces. Enclavada en lo que hoy es una concurrida intersección de la comuna y vecina de la pérgola de San Francisco, es habitualmente rayada y utilizada como urinario público, su original vista lateral emplazada en una bella plaza con frondosos árboles, es solo un vago recuerdo. Evocación a un presente que unos pocos, como la arquitecta Magdalena Barros, quien desde abril investiga la historia del recinto, financiada por Fondart, la profesional con su equipo de trabajo, labora para obtener los antecedentes necesarios para la declaratoria de Monumento Histórico de la piscina.
La Piscina Escolar, abierta a la comunidad de la ciudad de Santiago, en la actualidad atiende a casi 700 personas diariamente, probablemente no exista vecino de Independencia que alguna vez no haya entrado, nadado o simplemente, visto su fachada a lo lejos. El recinto, próximo a cumplir 85 años, es sin duda una de los más longevos del país, una mole, recuerdo del Art Deco, llena de historia, de remembranzas, de triunfos, esfuerzos, emociones y distintas vivencias, que intentan sobrevivir al avance de la modernidad del hormigón vertical, un inmueble que emerge en el frontis del barrio de Independencia.
Piscina frontis, fuente Urbatorium.