A los 39 años de edad don Luis Manuel de Zañartu toma posesión de su cargo, con el titulo de “Corregidor i Justicia Mayor i Lugar Teniente de Capitán Jeneral de Santiago”, por nombramiento del recién nombrado gobernador don Antonio Guill y Gonzaga. El cargo, similar a lo que hoy es un Intendente, pero con atribuciones, de carácter judicial, criminal y civil, le valdrá un nombre en los recuerdos históricos y crónicas coloniales, que lo rememoraran, como el famoso Corregidor Zañartu, descrito por Justo Abel Rosales, en “ La Cañadilla de Santiago” como un: “hombre animoso para toda clase de empresas, incluso las riesgosas, católico hasta el fanatismo, enemigo mortal de todos los pillos i bandidos de su tiempo, juez severísimo pero cuyos actos los ajustó casi siempre a la lei”.
Corregidor Zañartu, portada del texto » La sombra del Corregidor» SadyZañartu. 1927
Esta animosa autoridad, va a dar muestras prácticas de su carácter al crear una obra que ayudara a perpetuar su nombre, sin duda, su acérrimo catolicismo no lo podía llevar por un camino ajeno a la fundación de un monasterio, para ello Zañartu remato un terreno del escribano público José Álvarez de Hinestroza, en no más de 30 días. Este se encontraba situado al lado oriente del camino de la Cañadilla, frente a la calle del Cequion, fue así, como el 19 de mayo de 1764 hizo la última oferta por la quinta, adjudicándosela en la cantidad de $ 3.200, según consta en el expediente de 57 fojas existente en el archivo de la Real Audiencia, a fojas 20.
En octubre de ese año, Zañartu envió una carta secreta al Rey indicando la conveniencia para el pueblo de la edificación de un monasterio, así a su entender, el nombre de Dios y del Rey serían honrados. No obstante, dicha idea no contaba con el apoyo mayoritario de la casta dirigente de la gobernacion, de hecho, una parte del Cabildo de Santiago, conocedores de la petición del Corregidor, hicieron otra petición contrarrestando el proyecto emanado desde la autoridad. A decir verdad, argumentos existían muchos, por de pronto a la sazón existían en Santiago cerca de 7 monasterios en la capital, número no menor considerando una población cercana a los 20 mil habitantes. A pesar de ello, la postura de Zañartu pudo lograr la adhesión del rey Carlos III, quien el 23 de julio de 1766 mediante Real cédula otorgó la autorización. Un año después, en el mes de agosto, se ponía la primera piedra de la obra, mismo día en el cual se producía la expulsión de los Jesuitas del reino de Chile.
Descripción cartográfica del Convento en Archivo Visual de Santiago.
Las crónicas coloniales cuentan que los obstáculos para su edificación fueron mas allá de litigios u posición, dícese que casi consumada la obra, esta se vino abajo por problemas en la edificación, o quizás el mismo Corregidor la habría demolido por encontrarlo muy frío y húmedo, dado que estaba hecho por completo de adobe. Hubo de pasar tres años para que la nueva obra, esta vez de cal y ladrillo, vieran la luz junto a sus 5 claustros y 21 celdas para mismo número de religiosas, lugar en donde las dos hijas de Zañartu tenían un sitio reservado junto a su dote. En septiembre de 1770 la obra fue sometida a fiscalización por una comisión de peritos expertos en albañilería y carpintería que dio cuenta de que ella reunía todas las especificaciones técnicas que la época pedía para dichos inmuebles. El nuevo Monasterio del Carmen Bajo del Arcángel San Rafael quedaba oficialmente fundado y puesto a disposición de las carmelitas descalzas.
Vista Carmen Bajo. Fuente: Archivo Visual Santiago.
Exactamente un mes luego de la aprobación del edificio, el 25 de octubre, comienzan a trasladarse las primeras religiosas fundadoras, desde el monasterio del Carmen de la Alameda, ellas fueron: Sor Josefa de San Joaquín como Superiora y tutora de las hijas del Corregidor, Sor María de la Concepción como sub-priora, Sor Mercedes de San Antonio como Maestra de Novicias y Sor Josefa de Dolores, que posteriormente se devolvió a su antiguo monasterio de la Alameda.
Monasterio vista de 1890 Feuente www.vicaria.cl
Ese mismo año, en un mes cercano al de su puesta en marcha, según algunas fuentes, Zañartu va a encerrar en el monasterio a sus dos hijas, Teresa de Jesús de 9 años y María de los Dolores de tan solo 7 años, ambas en calidad de novicias. Del hecho en cuestión, mucho se comentó en la época, las habladurías daban la explicación que la figura enigmática de su gestor eran capaces de crear. Sin embargo, al parecer la explicación más plausible indica que el Corregidor había quedado viudo hace como tres o cuatro años y que no quiso cargar con el peso de la responsabilidad en la crianza, cosa nada de extraordinaria para la época en donde era común entregar a un descendiente al cuidado de la “Santa Iglesia”, más aun cuando el mismo había contribuido a la creación del monasterio Del Carmen Bajo. De hecho, el mismisimo Obispo Manuel Alday, bajo firma de notario, le habia asignado el título de patrón y fundador, además de concederle distintos beneficios a él, entre los que se cuentan los siguientes, que se dieran todos los jueves misas cantadas en honor del fundador y su difunta esposa, el exclusivo uso de la capilla de San Rafael para su uso personal y un asiento reservado para el, frente al púlpito. A ello se suma que en tres fechas especiales: el “día de la purificación de Nuestra Señora”, “el día de cenizas” y “Los jueves, viernes y sábado santo” al Corregidor lo recibirá el capellán a las puertas de la iglesia y esparcirá agua bendita, le inciense en el ofertorio, le de la paz, candela y ramos, cada una de ellas en ceremonia religiosa.
Monasterio, patio de entrada. Fuente Memoria Chilena.
Siete años más tarde un 22 de octubre de 1777, se hacia la inauguración de la iglesia propiamente tal, así, con gran pompa y boato se organiza la primera fiesta publica en la Cañadilla, a la cual asistieron un importante número de autoridades y eclesiásticos, acompañados de señores de la alta sociedad en sus calesas y mulas con campañillas.
Monasterio, probablemente a principios del siglo XX. Fuente : www.flickr.com
El Monasterio entre los años 1770, fecha de inicio del claustro y 1773, se va a producir un importante ingreso de novicias, un número cercano a diez que venían acompañadas de una no despreciable fianza, dinero para su manutención, lo cual fue aumentando el prestigio y fortuna del nuevo inmueble eclesiástico que prácticamente le aseguraba por muchos años su estabilidad económica, esto, lo llevo a constituirse en uno de los monasterios más ricos de Santiago. Edificio, que en el intertanto continuaba brindando educación a, las hijas del Corregidor continuaban con su educación al interior del monasterio, así el 24 de octubre de 1774 tomaron ambas el hábito religioso a la edad de los 13 y 11 años, con una dispensa de autorización del sumo pontífice y documento notariado y testigos que avalaban que ambas se encontraban en perfecto estado para asumir el desafío de la vida religiosa. Curiosamente, una vez que ambas abrazaron el hábito carmelito, ni hicieron donación de sus bienes al Monasterio, como si lo hacían todas las otras madres carmelitas, al parecer, las “monjas Zañartu” pensaban que con el solo testamento de su padre era suficiente.
Monasterio, probablemente década de los treinta. En Brugmann, Coservación y Restauración.
El Monasterio del Carmen Bajo, no solo, puede conocerse por la impronta de su creador, o lo linajudo de las madres que pululaban y hacían voto en sus pasillos. El edificio va a vivir y ser actor de uno de los sucesos más importantes que acaecen en Santiago. Ocurre que durante el año de 1783, se vive uno de los inviernos más crudos del que se tiene registro en la época colonial, durante el mes de junio se produce un copioso aguacero que se extiende por mas de dos semanas, lo que provoca el temor de la gente en torno al aumento de caudal del mismo. De hecho, ya el 3 de junio el cauce del río se completa, temiéndose lo peor, situación que en efecto se materializara la mañana del sábado 16 de junio del mismo año, cuando la lluvia incesante se transforma en diluvio producto de los 9 días consecutivos de precipitaciones, que hace convierte las calles de la capital en verdaderos torrentes, situación que se agudizara al mediodía en donde ya las aguas comienzas a arrasar con ranchos, casas enteras, cadáveres de personas y niños, gallinas y ganados que se mezclaban , como muestra de un cuadro de horror. Durante la hora y media siguiente, el viento se aplacara, no así las aguas que se tornaban en olas, las cuales en su inclemente actuar se azotaban contra los tajamares del Mapocho del puente de Cal y Canto, quienes no pudieron soportar y se vinieron abajo en ambas riberas, creando una tronador eco que aterraba a su paso a cuanto vecino observaba el dantesco espectáculo.
Destrucción del puente. Fuente Memoria Chilena.
En la Cañadilla en tanto, el espectáculo era aterrador, era un río en donde las olas amenazaban con inundar todo a su paso. Según las crónicas de la época, desde Mapocho a Renca no existió un solo rancho que se salvara al inclemente paso del agua. La misma Quinta de Zañartu en el sector, se vio arrasada quedando solo como un islote la casa patronal. Pero, sin duda, donde el agua había volcado toda su fuerza era en el Monasterio del Carmen Bajo de San Rafael, el cual rodeado de agua y barro hacía prever lo peor para las religiosas en su interior, en tanto, ellas a coro entonaban cantos corales creyendo que vivían sus últimas horas. Así, paulatinamente las aguas subieron más de una vara, casi un metro y medio, inundando los patios del claustro, las monjas fueron a la iglesia pero esta también comenzó a inundarse, hasta que un pareja de ellas subió a la torre clamando ayuda, quizás más divina, pues parecía que humano alguno podría socorrerlas a estas se sumaron algunas monjas enfermas que casi se ahogaron en sus celdas, completando, al final casi todas las internas que acompañaron al grupo pensando en encontrar la muerte todas juntas.
De repente se sintió un ruido, eran tres hombres, quienes enviados por el obispo Alday, habían llegado al lugar no sin antes pasar muchas dificultades a su paso. A estos se les unió un hermano de una interna, don Pedro García de la Huerta, quien atravesando en ancas de una robusta mula, logro pasar por el lado poniente del puente de Cal y Canto, lugar por donde las aguas tenían menos corriente. Dicha hazaña vista por muchos como un milagro, luego se puso en duda, pero al parecer y según indica don Justo Abel Rosales, fue confirmada por uno de sus parientes en su lecho de muerte.
Portada Romance, por error dice julio, en lugar de junio. Fuente Memoria Chilena.
Al llegar don Pedro se encontró con los hombres enviados por Alday, todos juntos lograron trabajar para encauzar las aguas y abrir un agujero en las paredes para ingresar al convento y dar el aviso del mandato del Alday, el cual obedecido por las monjas , permitió la salida, casi como aceitunas a través del agujero hecho, según relatará después Sor Tadea de San Joaquín en su : “Relación de la inundación que hizo el rio Mapocho de la ciudad de Santiago de Chile, en el Monasterio de las Carmelitas, Titular de San Rafael “. . Paulatinamente, se irán sumando más peones y gente al rescate, quienes tomarán en vilo a las religiosas y las llevarán a las quintas vecinas. Claro que con manos nada de suaves, según se cuenta, dado que ellas se caían al lodo y sus hábitos eran tratados con poco decoro, lo cual provocaba la risa de los peones y la vergüenza de las monjitas que veían el espectáculo en los hombros de los gañanes. De casa en casa, con sus ropas mojadas o con algunas prestadas, poco apropiados a sus votos, pero lo único que podían vestir seco, pasaron al refugio del Prior de la Recoleta Dominica quien les concedió un lugar donde quedarse por un tiempo..
Aquí esta un extracto parte del relato de Sor Tadea en su Romance:
Parecía que Neptuno/dejando su antiguo puesto/
Se difundía en las nubes sin mirar por su respeto/
Y liquidando los mares/ juzgo que del firmamento
Llover océanos hizo para nuestro sentimiento/
Pues de ese modo se hacía/ más caudaloso y violento
El gran cauce del Mapocho/ que corre al frente del
Convento/ el cuel compitiendo ya/ con rapido
Movimiento/ Con Evrros y Mansanares/ y al Nilo
Aun llevando resto/ su sonido era aterrante/
Al más impávido aliento.
“Nos transportaban sin tiento/ Y a unas tomaban mal/
Y a otras las echaban al suelo/ Y algunas bien Embarradas/
Eran de la risa objeto/ De este modo nos pasearon/
Con tumultuoso ardimiento.”
La venida del río, se sabe, causo innumerables perdidas, pero también provocó la inspiración de una de las suyas, Sor Tadea García de la Huerta, conocida como Sor Tadea de San Joaquín, a petición de su confesor relató los sucesos en hermosos 516 versos octosílabos a manera de romance, en donde aflora el lirismo de su autora. Estos versos son los primeros que una mujer chilena realizará en Chile, publicados en 1783 en Lima, permanecieron en el anonimato hasta 1850, año en que José Ignacio Eyzaguirre en su “Historia eclesiástica, política y literaria de Chile” cuenta lo que ella misma vivió y de paso da a conocer la magna obra de una mujer de la colonia, que en palabras de Juan Uribe es la “ Expresión tardía del barroco literario…en donde, el Romance de Sor Tadea luce como la única flor en el páramo poético de nuestro siglo XVIII”.
Fragmento original del escrito por Sor Tadea en Archivo Central Andrés Bello.
El edificio del Carmen Bajo de San Rafael, fue azotado por dos grandes inundaciones, la ya reseñada y una en el año 1827, además de un fuerte temblor en 1850, lo cual aumenta el daño que tenía su inicial construcción de adobe, por ello el arquitecto FermínVivaceta va a realizar una remodelación de la iglesia, levantando la torre donde hoy se sitúa el Arcángel San Rafael que es perceptible hasta la actualidad. El Monasterio dejó sus claustros disponibles en 1958, sus jardines, que son monumento nacional desde el año 1983, cobijan a la Vicaria Episcopal de la Zona Norte. El edificio del Monasterio del Carmen Bajo de San Rafael, aun es la cara visible de la comuna, un edificio lleno de historia y enigma, que nos recibe, como hace siglos, cuando entramos por Independencia.